En los últimos años, el vino como industria experimentó significativos cambios, innovaciones donde las mejoras en los métodos de elaboración, pero sobre todo el packaging, fueron protagonistas.
Tapones sintéticos, tapas a rosca, botellas ecológicas, bag-in-box fueron los inventos más visibles. Hasta ahora… con la llegada del vino en lata.

El vino en lata ya se impuso en los mercados más importantes del mundo, con meteórico crecimiento en Estados Unidos y Europa.
En Argentina por ahora las latas son novedad que involucra a las principales bodegas. La apuesta: detener la caída del consumo y conquistar nuevos consumidores, en especial en el segmento joven.

Las latas de vino constituyen una posibilidad de activación del consumo en tanto compiten con otras bebidas, como la cerveza principalmente, que desde hace años atienden las necesidades de quienes prefieren los envases fáciles de transportar, enfriar y almacenar.

Tres son los principales beneficios de los nuevos envases para el vino: son de material amigable con el medio ambiente, son ligeros y son irrompibles. El consumidor puede llevarlo donde quiera y beberlo sin necesidad de sacacorchos o copas.
Otro beneficio consiste en que la lata abre un inmenso y atractivo espectro de propuestas y diseños variados y novedosos, aptos para el paladar de los millennials.

Las bodegas buscan con el formato en lata posicionarse ante el consumidor que gusta de un buen sorbo en escenarios hasta hoy extraños al vino: espectáculos públicos, campings, la playa. O bien estar al acecho temporal, para “esos momentos” en que el deseo es “una copa” (en este caso lata), y no descorchar una botella.

Fuente: Club Bon Vivir