Con la consiga de facilitar la experiencia de consumo, la industria vitivinícola ya recibió la autorización del Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV) para comercializar vino en lata, mayormente con baja graduación alcohólica y algo de burbujas para evitar aplastamientos.

La idea es frenar la drástica caída en el consumo de vino experimentada especialmente en la última década. En los últimos 20 años el consumo bajó de 37,75 litros por habitante en 2000 a menos de 16 en 2019.

La lata tiene varias ventajas para este fin: es liviana, resiste mejor los golpes que una botella, se enfría rápido, es un envase ecológico, vincula al vino con bebidas tradicionales del segmento joven: gaseosas y cerveza.

La experiencia ya lleva varios años de rodaje sobre todo en Estados Unidos y Europa con un consumo en franca expansión, a un ritmo del 50% anual. El vino en lata ya representa un negocio de US$45 millones en EE. UU. con un aumento de la producción del 59,5% en 2019, “el porcentaje de crecimiento más alto jamás contabilizado entre todos los envases alternativos al vidrio» según explicaron desde Ball, el mayor fabricante de latas de aluminio del mundo.

En Argentina, varias bodegas tienen vinos en lata en su portafolio, y otras lo tendrán próximamente. Con diferentes precios y tamaños, Estancia Mendoza, Bianchi, Zuccardi y Peñaflor ya están en carrera, mientras López y Dante Robino lo estarán en las próximas semanas.

El vino en lata debe ser envasado en origen por un establecimiento autorizado. El envase de aluminio estará autorizado por el INV y la ANMAT, recubierto de un barniz para soportar el alcohol, en mayor volumen que en la cerveza, por ejemplo.

Franco Lubrano, gerente comercial de la bodega Mendoza, de Fecovita, afirma que «apostando por la lata tenemos más oportunidades de consumo». En su caso es Dilema Sparkly su vino en lata insignia, rosado y blanco dulce en latas de 269 cc. «El envase se inspira en el consumidor joven y por eso elegimos una marca de nuestro portfolio que se identifica con los jóvenes», agregó.

Desde Zuccardi, Juan Ignacio Guzmán, gerente de marketing, anunció que su apuesta en lata la encabeza el Santa Julio Chenin Dulce natural de 355 cc. y 7,5º de alcohol. «Tenemos mucha experiencia en latas, ya que en EE. UU. vendemos el Tintillo de Santa Julia, con maceración carbónica, y dos orgánicos, un Chardonnay y un Malbec Rosé» añadió el ejecutivo.

Bianchi, en tanto, se presenta con un New Age en lata de 269 cc. según informó Adrián Cura, gerente de Marketing del establecimiento de San Rafael.

Peñaflor por su parte apuesta por Dadá 7, de Finca Las Moras, en versiones Sweet y Sweet Pink en latas de 355 cc. y 5,7º de alcohol.

El director de Bodega Dante Robino, Ignacio Squassini, se postula en los vinos enlatados, entusiasmado después de la experiencia con el consumo en EE. UU.

Son varias bodegas las que salen al ruedo y algunas más que se sumarán pronto. Un volumen que servirá para comprobar si efectivamente el vino en lata llegó para imponerse, remediando así en parte el achicamiento que sufre constantemente el mercado vitivinícola.

Fuente: Clarín